martes, 4 de diciembre de 2012

Mi Minena


Cuando era niña tenía una muñeca de trapo llamada Minena, con trenzas de lana amarilla, un vestido de cuadritos y zapatos negros pintados sobre sus propias piernitas.  

No recuerdo muy bien desde cuando está conmigo, desde siempre creo, las fotos de álbumes antiguos delatan su existencia. Ella es el único juguete que guardo con tanto mimo de la niñez. Minena fue compañera inseparable de aquellos años infantiles, testigo silenciosa de mi crecimiento y guardiana de un montón de sueños en construcción.

Hoy removiendo en el armario la he visto allí, al fondo de una estantería, y como por arte de magia he vuelto de un plumazo a mis cinco o seis o siete años, yo que sé a qué edad, pero he vuelto a la habitación soleada y alegre de antaño que me vio crecer, donde pasé tantas horas jugando en un mundo paralelo al mundo real, con una única misión: el placer de inventar.

Afuera, lejos de mi habitación y de Minena, existía un mundo difícil, un lugar que no alcanzaba a entender. Recuerdo la sensación de querer crecer deprisa porque parecía que la vida se me escapaba  en la espera interminable de no sé qué, de entender quizás, no lo sé. Pero la vida la sentía tan lejos, a una distancia inalcanzable.

Las inquietudes ocupaban todos los espacios de tal manera que los días caminaban reñidos entre mis dos mundos y las noches recogían momentos de todo tipo, donde mientras todos soñaban dormidos yo lo hacía bien despierta.

Hoy Minena duerme en un armario de mi casa y en un rinconcito de mi corazón, a veces creo que todavía le hablo y le cuento eso que a ratos le escondo al mundo.

Me gusta encontrarme de vez en cuando con ella en mi cuarto, me gusta que después de tantos años siga conmigo, en mi casa y entre mis cosas, en mi vida.

 

 

 

 

 

 

7 comentarios:

  1. Una tierna historia, cargada de dulces ensoñaciones y una amplia amalgama de colores y melancolías. Sí, eso tienen los recuerdos de la niñez, son dulces, alegres y hasta se quiere muchas veces volver a ella. Sin embargo, aquí seguimos, pensando y pensando en cómo pasaron los años y en cuantas cosas dejamos atrás...

    Me encantaron tus recuerdos de niñez, Celia, y tu muñeca, con zapatos pintados de negro, se me hizo entrañable. Un abrazo inmenso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Frank. Pues sí, no sé porque ando yo paseándome por los recuerdos, será que se acerca Navidad, jejeje

      Un abrazo

      Eliminar
    2. yo tambien tengo mi osito durmiendo en un cajón de mi habitación... tambien lo rescato de vez en cuando y creo que tambien le hablo... ;)

      Eliminar
  2. ¿Quién no se pasea por sus recuerdos de infancia por lo menos una vez al día, Celia? Y no, no hace falta que sea porque llegue la navidad.
    Un abrazo muy fuerte amiga mía.

    ResponderEliminar
  3. Que dulce....me acuerdo perfectamente de tu osito también!!

    Momentos entrañables que guardaremos ya siempre en nuestra memoria. Son joyas de la niñez.

    Un beso

    ResponderEliminar
  4. Ostras mi prima tenia esta muñeca o muy parecida, a mi me encantaba y a veces cuando doy paseos por los mercados de segunda mano, la busco entre las muñecas, pero no la he vuelto a ver hasta hoy.. me ha hecho mucha ilusion :)
    Hay una frase que invita a reflexionar "No dejamos de jugar pq nos hacemos mayores, nos hacemos mayores pq dejamos de jugar.."

    Un besito fuerte micelia ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Era el último grito en muñecas entonces, jejeje, ha llovido una miajilla ya....

      Un besito carinyo!

      Eliminar