domingo, 23 de junio de 2013

Una noche mágica por partida doble

 
 
 
 
Llega la noche más mágica del año, y este año viene acompañada de una preciosísima luna llena que ayer ya se podía contemplar en todo su esplendor.
 
Yo soy una de esas enamoradas de la luna llena y de las noches de Sant Joan. Así que esta será una noche bien especial!
 
La luna cuando brilla inmensa y plena me parece uno de los espectáculos más bellos que podemos contemplar en nuestro cielo nocturno. Ella, solitaria y majestuosa, se sabe coqueta y admirada por todos nosotros desde aquí abajo y luce radiante ante nuestro asombro.
 
Una noche de luna llena les conté a mis hijos que la luna es mágica y, que si le pides un deseo y cierras los ojos por un instante, puedes conectarte a ella y el deseo se te cumple. Los tres nos cogimos de la mano y mirando hacia el cielo pedimos cada cual nuestro deseo, luego cerramos los ojos y el silencio se apoderó de nuestro momento; al abrir de nuevo los ojos, nos sonreímos y continuamos nuestro camino despacito, permitiendo que la sensación recorriera nuestro cuerpo y nuestra mente.
 
No sé explicar bien qué pasó entonces, lo que sí sé es que entre nosotros sí que conectamos, seguramente con la luna también porque desde ese día cada vez que ven en el cielo la luna llena me buscan, me cogen de la mano y quieren pedir sus deseos. A ver si no es mágica ella!!
 
Por otro lado la noche de Sant Joan siempre la he vivido con una emoción especial, es la noche donde los rituales para supersticiosos y las ganas de diversión en plena calle para los fiesteros van de la mano en perfecta armonía.
 
 
Las playas se abarrotan de personas con ganas de compartir el exceso de energía positiva que se respira en el ambiente, en las terrazas de muchas viviendas se juntan amigos para disfrutar de esta fiesta y seguramente al acabar la cena saldrán a las calles para compartir con extraños, que se convierten en amigos temporales, una noche de luces de colores, de petardos y  olor a pólvora, de cocas de frutas y de cava, quedando hipnotizados admirando el  fuego de alguna hoguera.  
 
Este año tenemos unido en un mismo momento los dos grandes acontecimientos de los que ya he dicho me siento enamorada, así que solamente me queda disponerme a disfrutar de mi luna y de mi noche mágica. Ya tengo mis deseos preparados y mis rituales en marcha, por lo que sólo me queda desearos a todos una feliz verbena de Sant Joan y una feliz noche de luna llena.
 
Desde aquí deseo que se nos cumplan a todos nuestros más ansiados deseos.
 
Feliz noche mágica por partida doble!!
 
  
 

 
 
 
 
 



domingo, 9 de junio de 2013

El Verano y los niños



Mañana los niños empiezan en el colegio la jornada intensiva, ya tienen las tardes libres durante dos semanitas y después las vacaciones de verano.
Tres meses ná menos…. uffff….es que lo escribo y se me ponen los pelos de punta ya. Me entendéis verdad, mamás y papás?
La jornada de las próximas dos semanas es en horario de nueve a dos.
Que tú trabajas todo el día y tienes niños pequeños!
Ah se siente… ese es tu problema!
El colegio por el módico precio de “te voy a destrozar económicamente el mes” ha puesto un servicio de guardería que cubrirá el horario que recortan estos días. Y ya en julio existe la posibilidad del casal d'estiu dentro del mismo colegio o en otro centro, da igual, en este caso por el precio de “me quedo con el dinero destinado a tus vacaciones y aun así dame las gracias por mantener la escuela abierta para tus niños” te dan la posibilidad de tenerlos entretenidos y así tú puedes seguir trabajando solamente para que te conserven el puesto de trabajo los restantes once meses del año, el sueldo del mes de julio se lo lleva el casal d’estiu, a veces hasta más de lo que ganas, pero eso ya daría para escribir otro post completito.
Y este es, cada año, el ritual que te sitúa en el verdadero verano. Lo que todos los padres del mundo conocemos como “El Verano”. Desde que soy madre el verano no es un tema de calendario, no es una estación del año, no es el tiempo de buenas temperaturas o días más largos, tertulias en alguna terracita con los amigos después de trabajar o el preámbulo a tus vacaciones laborales.
No, el verano no es eso. El verano, esa estación del año que empieza el 21 de junio, el mismo día que los niños acaban la escuela, es el inicio de esas temidas fechas donde tus enanos conseguirán, sí o sí, sacar lo peor de ti. Ya, ya lo sé, esto quizás suena catastrofista pero hay que estar ahí durante estos meses para saber de lo que hablo.
Empieza la temporada cargada de buenos propósitos y buenos planes que has intentado tener previstos para vivir estos meses sin tirarte de los pelos más de la cuenta. Esto es como la lista de buenos propósitos que escribimos cada final de año para cumplir el año próximo y que cuando vuelve a finalizar el año te das cuenta que has cumplido uno (en el mejor de los casos) o ninguno de los propósitos escritos.
En la lista veraniega está escrito ese casal que has escogido, que a ellos al tercer día ya no les gusta y van todas las mañanas a regañadientes, quejándose del por qué no pueden quedarse solos en casa mientras tú trabajas, está también, en mi caso que vivo bastante cerquita del mar, las tardes de playa donde después de estar un par de horas revolcándose por la arena, conseguir volver a llevarlos a casa es todo un ejercicio de temple a la paciencia que se supone que tienes, eso por no hablar del tema “arena por todas partes de tu casa y de tu coche”, decides también en tu lista, los horarios de televisión y de video juegos, horarios de los deberes y lo pactas con ellos, que te dicen que sí a todo aunque después olviden lo pactado y sigan a la suya haciendo aparecer el diablillo que cada niño lleva dentro y que va a por ti descaradamente.  
Y es que el verano es complicadillo, que me encantan mis hijos eh, que no es que esté quejándome de tener hijos y de las obligaciones que ello comporta, no, no es eso, me quejo de que las vacaciones para los niños sean de tres meses, de que ellos acaban aburridísimos y nosotros mucho más, de que tenerlos ocupados cuando se está trabajando fuera de casa no es apto para todos los bolsillos, de que no deberíamos cargar con esta obligación a los abuelos pero tampoco quedan muchas alternativas en el momento actual que vivimos.
Me quejo de que mis hijos tengan noventa días de vacaciones, algo que veo exageradísimo y yo, como todo trabajador tenga treinta días. Me quejo de que cada año sesenta días se quedan colgados y la mayoría de padres no podemos pagar el precio desorbitado que cuesta cualquier casal, de esto me quejo hoy y cada año cuando se acercan estas fechas.