Mañana los niños empiezan
en el colegio la jornada intensiva, ya tienen las tardes libres durante dos
semanitas y después las vacaciones de verano.
Tres meses ná menos…. uffff….es
que lo escribo y se me ponen los pelos de punta ya. Me entendéis verdad, mamás
y papás?
La jornada de las
próximas dos semanas es en horario de nueve a dos.
Que tú trabajas todo
el día y tienes niños pequeños!
Ah se siente… ese es tu problema!
El colegio por el módico
precio de “te voy a destrozar económicamente el mes” ha puesto un servicio de guardería
que cubrirá el horario que recortan estos días. Y ya en julio existe la
posibilidad del casal d'estiu dentro del mismo colegio o en otro centro, da igual,
en este caso por el precio de “me quedo con el dinero destinado a tus
vacaciones y aun así dame las gracias por mantener la escuela abierta para tus
niños” te dan la posibilidad de tenerlos entretenidos y así tú puedes seguir
trabajando solamente para que te conserven el puesto de trabajo los restantes
once meses del año, el sueldo del mes de julio se lo lleva el casal d’estiu, a
veces hasta más de lo que ganas, pero eso ya daría para escribir otro post
completito.
Y este es, cada año, el ritual
que te sitúa en el verdadero verano. Lo que todos los padres del mundo conocemos
como “El Verano”. Desde que soy madre el verano no es un tema de calendario, no
es una estación del año, no es el tiempo de buenas temperaturas o días más
largos, tertulias en alguna terracita con los amigos después de trabajar o el
preámbulo a tus vacaciones laborales.
No, el verano no es eso. El
verano, esa estación del año que empieza el 21 de junio, el mismo día que los
niños acaban la escuela, es el inicio de esas temidas fechas donde
tus enanos conseguirán, sí o sí, sacar lo peor de ti. Ya, ya lo sé, esto quizás
suena catastrofista pero hay que estar ahí durante estos meses para saber de lo
que hablo.
Empieza la temporada
cargada de buenos propósitos y buenos planes que has intentado tener previstos
para vivir estos meses sin tirarte de los pelos más de la cuenta. Esto es como
la lista de buenos propósitos que escribimos cada final de año para cumplir el
año próximo y que cuando vuelve a finalizar el año te das cuenta que has
cumplido uno (en el mejor de los casos) o ninguno de los propósitos escritos.
En la lista veraniega
está escrito ese casal que has escogido, que a ellos al tercer día ya no les
gusta y van todas las mañanas a regañadientes, quejándose del por qué no pueden
quedarse solos en casa mientras tú trabajas, está también, en mi caso que vivo
bastante cerquita del mar, las tardes de playa donde después de estar un par de horas
revolcándose por la arena, conseguir volver a llevarlos a casa es todo un
ejercicio de temple a la paciencia que se supone que tienes, eso por no hablar
del tema “arena por todas partes de tu casa y de tu coche”, decides también en
tu lista, los horarios de televisión y de video juegos, horarios de los deberes y
lo pactas con ellos, que te dicen que sí a todo aunque después olviden lo
pactado y sigan a la suya haciendo aparecer el diablillo que cada niño lleva
dentro y que va a por ti descaradamente.
Y es que el verano es
complicadillo, que me encantan mis hijos eh, que no es que esté quejándome de
tener hijos y de las obligaciones que ello comporta, no, no es eso, me quejo de
que las vacaciones para los niños sean de tres meses, de que ellos acaban aburridísimos
y nosotros mucho más, de que tenerlos ocupados cuando se está trabajando fuera
de casa no es apto para todos los bolsillos, de que no deberíamos cargar con
esta obligación a los abuelos pero tampoco quedan muchas alternativas en el
momento actual que vivimos.
Me quejo de que mis hijos
tengan noventa días de vacaciones, algo que veo exageradísimo y yo, como todo
trabajador tenga treinta días. Me quejo de que cada año sesenta días se quedan
colgados y la mayoría de padres no podemos pagar el precio desorbitado que
cuesta cualquier casal, de esto me quejo hoy y cada año cuando se acercan estas fechas.
me encanta, es tal cual lo vivimos casi todas, excepto las que tienen bosillos de infarto para casales en el extranjero, con visitas y experiencias multicolores...las demás cuadramos el círculo en verano, dejándonos el dinero de las vacaciones en los casales de verano...y cuando son pequeños cualquier cosa les va bien pero en cuanto tienen 12 o 13 años...demasiadas vacaciones de verdad.. gracias por el post, una se siente menos sola :-)
ResponderEliminarGracias a ti por tu comentario. Por qué nadie escucha estas súplicas que hacemos la mayoría de padres y madres del mundo? por qué no se intenta modificar el calendario escolar y adecuarlo a los tiempos que vivimos? En fin, preguntas iguales cada año y sin respuesta cada año
EliminarUn abrazo!
Cuando le llegaron sus hijos del colegio y le dijeron que el lunes ya empezaban clases solo por la mañana casi se le cae de las manos la sepia que troceaba para el arroz que estaba haciendo.
ResponderEliminarCada año era lo mismo, pero no había tenido conciencia de la fecha en la que estaba hasta que sus dos hijos entrando en tumulto por la puerta para besarla le dieron la noticia como lo mejor que podía pasar en el mundo en ese momento.
Después de unos segundos de quejas, de esas que se hacen para los adentros porque no hay nadie en ese momento para hacerlas para las afueras, su mente tomó los caminos a los que tanto estaba acostumbrada.
Deambuló por la vida y la memoria. Se vio ella con once años en el mes de junio que le correspondiera, que seguro que era muy parecido al de los diez y al de los doce años.
La alegría que sentía entonces porque las vacaciones se acercaban era lo que más llenaba sus pensamientos pero le salía, sin poder evitarlo, la realidad materna que la envolvía y quería saber cómo su madre se manejaba en esas fechas.
No tenía conciencia de ver la cara de felicidad de su madre, vamos, que ni se fijaba en la cara que ponía, sólo sabía que el cole se acababa y que a partir de allí todo era calle, parque, alguna que otra excursión con cualquier madre de sus amigas, tele hasta tarde, levantarse sin prisas. En ningún momento se planteaba si para su madre esta nueva realidad le suponía un vuelco en sus costumbres y maneras de hacer diarias.
Claro, que tampoco estaba en sus preocupaciones de once años estar pendiente de ello, y es así que empieza a ver a sus hijos como con cierta envidia nostálgica, con la frase aquella que a veces se escapa “quién tuviera su edad”
Pero lo que para ella era normal, no lo ve para ellos. Cómo van a estar todo el día solos en casa, se levantarán al mediodía y se enchufarán a la tele hasta que vuelva de trabajar. En la calle, eso es de locos, les puede pasar cualquier cosa.
No toca más remedio que apuntarlos a colonias hasta agosto que hago vacaciones.
Y es allí donde ya deja la nostalgia y la cruda realidad toma posesión de ella acelerándole la mano y la rabia con la pica las verduras para su arroz.
Estoy pagando todos los impuestos del mundo mundial y ahora me dicen que no hay dinero para subvencionar las colonias porque he vivido por encima de mis posibilidades. Yo. Que trabajo para sacar adelante a mis dos hijos, ¡¡vivo por encima de mis posibilidades!!. Y eso me lo dicen los que se han llevado cientos de miles de millones de euros de las cajas del estado, o sea, de la mía, porque me posibilitaba llevarlos de colonias.
Le faltan palabras y orden para seleccionar todos los insultos que, ahora sí, en voz alta le salen por la boca.
Sabe que lo que gane en el mes de julio se va a ir para pagar las colonias, casales y demás alternativas que va a poder encontrar a sus hijos para que tengan un verano lo más lúdico/educativo posible y ella la tranquilidad de que están en buen recaudo.
Prueba el arroz, está perfecto. Llama a sus hijos que como de costumbre necesitan de dos o tres gritos para que vengan corriendo a la mesa gritando el hambre que tienen, se miran el plato y en un ritual al que ella no logra adaptarse, el pequeño, con una parsimonia desesperante y mientras le cuenta que se ha peleado con un niño en el cole va separando minuciosamente cada una de las verduras que un ojo normal no vería.
Los mira, y es en ese mirar que la ira que antes la poseía se va diluyendo en la seguridad que nada ni nadie será capaz de estropearle esa comida de hoy con sus dos hijos.
A la tarde seguirá con los insultos.
Que bonita manera de describir el mismo momento.
EliminarMe ha emocionado el relato! De verdad que sí, a veces nos da por pensar que "quien tuviera su edad"
Como ya te he dicho antes, me has hecho reír y enternecer a la vez.
Gracias por estas palabras, un besazo!
No tengo niños, pero me resulta familiar lo que cuentas por mi hermana, y al igual que tu, todos los veranos un show, que si aqui cobran tanto, que si alli es muy lejos, que si alla no van a ir sus amiguitos.. Tambien tira de abuelos una semana y ahora que estoy cerquita espero que tambien de tia, que yo disfruto y no me arruina ni me agota, que siempre que estoy al borde.. suena el interfono y es mi hermana que viene a buscarlo ;)
ResponderEliminarUn beso cariñu, feliz y paciente verano.. (en el que espero tu visita, con o sin niños seras/eis bienvenida/os)
Si es que es complicada la situación!
EliminarClaro que vendré a verte, cuando me quede solita que así vamos a nuestro ritmo :)
Un besito cariñete!
Tienes más razón que "Santa Catalina" Celia, mira que se teme este tiempo eh? (el verano), vacaciones de los niños, infierno de los padres. Claro que, a nuestros gobernantes esto no les preocupa, sus hijos van a los privados, y estos, aunque cierren, no pasa nada, los mandan de colonias o a Londres a aprender Inglés. ¿Qué más les da si esos gastos... los paga el contribuyente? Mientras tanto, nosotros, los padres, gastando lo que no tenemos para tener a nuestros hijos ocupados hasta que regresemos de nuestra ya clásica agotadora jornada laboral. (Eso el que trabaja claro). Los que no, ni podremos buscar por estas fechas pues, si no, ¿dónde metemos a nuestros hijos si no hay ni un duro? En fin, una locura que se repite cada año. A sí no es extraño que estemos locos porque crezcan, acaben la carrera (el que puede), o trabajen y se independicen... claro que hoy día mucho me temo que cuando crezcan seguiremos con el mismo problema. ja,ja,ja,ja,ja,ja. Excelente artículo, Celia. Felicidades y... nada chica, a aguantar como cada año!!
ResponderEliminarEso, a aguantarnos toca! Pero bueno, lo llevaremos como mejor podamos verdad? que ellos están ya encantadísimos y emocionadísimos por las fechas que ya llegan. Cuatro días, quedan cuatro días de escuela.....que dios nos pille confesaos, jejeje.
EliminarMuchas gracias Frank, un beso y....valor y al toro, que ya los tenemos desocupaos!!
Ay menos mal que los míos ya están grandes jaaj y cuando eran chiquitos me pude ocupar de ellos las 24 hs de día... Pero sé que para mucha gente es un problema congeniar las horas de trabajo con la de los chiquitos... creo que terminaré con una guardería en mi casa con los peques de mis amigas que trabajan ajajaj
ResponderEliminarPues sí que es una suerte que ya no tengas estos problemas, aunque a mí el hecho de que se hagan grandes me da como penita, jejeje, jolin, si es que no estamos a gusto con nada!
EliminarUn beso guapi y a disfrutar de la guardería improvisada