lunes, 17 de febrero de 2014

El WhatsApp, lo que da y lo que quita




Las redes sociales, en cualquiera de sus formas, han cambiado nuestra manera de relacionarnos. Unos dicen que para bien, otros que para mal. Hay quien no puede (y me incluyo en este porcentaje) vivir sin ellas y hay quien, aun resistiéndose, poquito a poquito van entrando en esta espiral extraña.

Primero fue el facebook, valiente descubrimiento!

De repente te acuerdas de alguien, recuerdas nombre y apellido, vas al face y, zas!, allí está…..y así empieza un festival de emociones del que podría hablar hasta el agotamiento pero mejor lo dejaré para otro post, que en este voy con otra cosa.

Pues a ese gran descubrimiento le siguió el WhatsApp (en adelante wasap, que me cuesta ponerle la H, la T o la S correctamente, sí, sí, así de vaga soy J )

Un día llega el wasap a nuestras vidas y transforma nuestra comunicación. Aunque me gusta pensar que amplía la comunicación más que transformarla, cierto es que la palabra adecuada es la transformación.

A veces recuerdo con nostalgia cuando todo esto no existía y, por ejemplo, las cartas manuscritas viajaban por correo ordinario hasta llegar a ti, ibas un día al buzón y allí estaba tu carta. Tengo unas cuantas de esas guardadas con tanto cariño….

Hoy las únicas cartas que se reciben son las de las facturas a pagar, las de los bancos, alguna multa y mucha-mucha publicidad.

¿Ha caducado esta forma de comunicación? Desde aquí, y encantándome todo este rollo de las redes sociales, me reconozco una enamorada del papel y de las palabras manuscritas. Afortunadamente soy de las que todavía, en alguna ocasión, he recibido alguna carta escrita a mano que, después de leerla, he guardado con mimo en mi cajita de los recuerdos.   

Pero volviendo al wasap, estoy apuntada, en estos momentos, en un montón de grupos. Todos ellos diferentes. Grupos de trabajo, de amigos, de la asociación, de familia. Grupos de personas diferentes con las que me relaciono, donde podemos hablar de chorraditas o podemos contar algo que nos preocupa sabiendo que las respuestas no se harán esperar. Todo esto ocurre en tiempo real, una conexión instantánea que te acerca en un plis a quien buscas. La verdad es que engancha, hay que reconocerlo!

Que quieres quedar para hacer una barbacoa con unos amigos, pues creas un grupo, lo bautizas con un nombre, incluyes en él todo aquel que vaya a ir y empieza la comunicación. Nadie llama a nadie, no hace falta, la cita empieza a tomar forma, los detalles se ultiman por escrito, entonces el día acordado, a la hora prevista, todos llegan y empieza la fiesta. A ver si no es molón el wasap!

Y después vienen las conversaciones privadas, esas conversaciones infinitas en el tiempo que cuando empiezan ya no tienen fin. Empiezan con un -buenos días- y finaliza con el -buenas noches- y en medio de eso tu cotidianidad compartida, no puedes pasarte el día llamándote pero sí puedes ir charrando a ratitos por escrito y sentir así la proximidad de quienes te importan.

El wasap ha conseguido que mantengas un contacto más cercano y, aunque ha arrinconado a otras formas de comunicación, hay que reconocer que se ha colado en nuestras vidas y que ha llegado para quedarse.

Así que hoy, puesto que mi cuenta iba a caducar si no pagaba, no me la he jugado, he pagado, no quiero prescindir de esta modernidad aunque a ratos reivindique todo lo contrario. Me gusta el wasap, ya no sé vivir sin él, me gusta y mucho!!
   

No hay comentarios:

Publicar un comentario