Son vendedores ambulantes de
abalorios de colores, de figuritas talladas de madera, de películas y música ilegal.
Cargan todo el día con artículos de imitación barata y pasean de sol a sol sus
miserias por nuestras narices aburridas de su presencia.
Mercaderes de paciencia infinita que
no desesperan ante tanta oposición, se nos acercan sin apenas pronunciar palabra
y desaparecen ante nuestra rotunda negativa.
Todas esas personas de piel oscura,
vestimenta gastada y cansancio en su mirada son, únicamente, trotamundos
intentando ganarse el sustento diario, dispuestos a mostrarnos toda la mercancía
apenas les prestemos un poquito de atención.
Están organizados por mafias
perfectamente estructuradas, el último eslabón de una cadena decadente que
abusa de su precariedad. Son personas que un día tuvieron que salir huyendo de
sus países de origen, jugándose la vida en pateras para la travesía, a un
deseado paraíso inexistente.
Y a veces consiguen vender algo,
en algún momento alguien se encapricha de uno de sus artículos y empieza un
regateo indigno que humilla, un poquito más si cabe, su condición humana.
A ellos pretendo homenajear en
estas líneas, a unos héroes silenciosos que despiertan mi más sincera admiración,
por lo que son y por lo que representan, por lo que hacen y por cómo lo hacen.
A ellos que desde la sencillez y sin pretenderlo nos dan, si somos capaces de
darnos cuenta, una gran lección de humildad.
Bravo.. añado que han de sufrir la nostalgia de su gente y su tierra, de la que tiene que largarse porque su situacion alli es todavia mas precaria que la que viven aqui, por culpa de la mala gestion de aquellos que tiene el poder de corromperlo todo.
ResponderEliminarGuapa estoy en Begur y espero noticias de tu libro!!
Un besazo!