lunes, 12 de diciembre de 2011

TDAH, Una Piedra en el Camino

Hoy pretendo dejar plasmado, únicamente, un pensamiento en voz alta. La narración de una lucha que a simple vista pasa desapercibida, pero en realidad está escondida bajo un disfraz de aparente normalidad. Una lucha de personas que conviven con una problemática que no entiende de soluciones a corto plazo, que no entiende tampoco de edades, una lucha contra un trastorno que quien lo padece, seguramente, acarreará con él de por vida.

El TDAH es un camino solitario.  


Foto - ALTIVOLANTIS

 
En un día cualquiera, tu mamá te riñe porque no llegasteis a tiempo a la escuela por la mañana, tu profesora te riñe porque te dejaste olvidado el libro de matemáticas en casa, en el comedor del colegio te has quedado el último un día más, porque todos han acabado de comer menos tú, y cuando vuelves a casa por la tarde no puedes hacer tus deberes, porque aunque tu libro de matemáticas está en tu habitación, la agenda se quedó en la escuela y no recuerdas lo que hay que hacer para mañana…
Y en medio de todo este desorden tú, mi niño, vibras en una frecuencia inalcanzable para la mayoría de nosotros.
 
Tomo conciencia de un problema que afecta a más niños de los que podemos imaginar, no todos están diagnosticados porque no siempre somos conscientes de que exista dicho problema. Y mientras tanto padres, educadores y niños sufren batallando con un día a día muy complicado de gestionar.
 
El TDAH es un Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad. Para entendernos mejor, es un trastorno del comportamiento que dificulta el aprendizaje escolar, la relación con otros compañeros, las tareas diarias cotidianas, y tantas otras cosas que requieren un mínimo esfuerzo de concentración. 

No hace tantos años que existe el diagnóstico de un trastorno que lleva entre nosotros toda una vida. Dicen los expertos que es herencia genética en la mayoría de los casos. Los niños que tienen diagnosticado este trastorno han pasado ya por un sinfín de pruebas médicas que van desde el estudio neuropsicológico hasta la medicación, muchas veces, con efectos secundarios devastadores.

El niño en cuestión, llega a perder la cuenta de cuantas broncas recibe a lo largo del día, sus rabietas forman parte de su incomprensión, y mientras tanto, vive interiormente en su mundo perfecto, donde nadie le exige cumplir con unas expectativas que siente fuera de su alcance.

Por otro lado, es desesperante la impotencia de los padres que viven a diario en la lucha de tener que ir “educando” por el camino a muchos de los adultos que rodean a su niño especial.

Es desesperante también tener que estar encima de cada uno de los pasos que su niño da, para que no se olvide de “aquello”, para que acabe de hacer “lo otro”, para que no se distraiga en un momento de necesaria concentración, para que llegue a tiempo “allí”, en definitiva, para recordarle qué es lo que tiene que recordar.

La sensación de soledad en medio de este mar de dudas es, cuanto menos, irritante.   

La obligación de tener que convivir en una sociedad que pretende “crear” niños perfectos, personitas con coeficientes intelectuales sobresalientes, desespera a quien no puede cumplir con las expectativas estipuladas.

Mientras el tiempo va transcurriendo, y estamos hablando de años en el mejor de los casos, el caos se va apoderando de la cotidianidad del día a día. Y en medio de este caos tenemos, por encima de todo, a un niño frágil que se siente desubicado porque “su mundo” está, lamentablemente, a kilómetros de distancia del mundo real.

1 comentario:

  1. Lo has explicado de una manera muy cercana y comprensible. He pasado ratos con niños con este perfil, como tu dices afecta mas niños de los que imaginos, pero ahora puedo hacerme una idea mas clara y real de lo agotador que debe ser para el y las personas que le rodean el dia a dia..

    Un besoabrazofuerte

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